Prehistoria e historia de Benalup – Casas Viejas (Parte Final): Del Siglo XX a la actualidad

Porenredandotemas

El siglo XX irrumpió en Benalup-Casas Viejas con una virulencia que marcaría para siempre su historia y su memoria. Los Sucesos de Casas Viejas de 1933 se convirtieron en un símbolo de las tensiones sociales y políticas de la Segunda República Española, seguidos por los largos años de la dictadura franquista y, finalmente, por la recuperación de las libertades democráticas y la afirmación de su propia identidad municipal.

En el siglo XXI, Benalup se presenta como una comunidad que mira hacia el futuro sin olvidar la profunda huella de su pasado. Su desarrollo socioeconómico y cultural está intrínsecamente ligado a la gestión de su rico patrimonio y a la preservación de su memoria histórica.

Los Sucesos de Casas Viejas (Enero de 1933): Una Tragedia Definitoria

Los Sucesos de Casas Viejas no fueron un evento aislado, sino la trágica culminación de décadas de pobreza, injusticia social y anhelos revolucionarios en el campo andaluz, magnificados por el contexto de la Segunda República.

1. Contexto: Pobreza Rural, Ideales Anarquistas y las Promesas de la Segunda República

La situación en Casas Viejas a principios de los años 30 era desesperada: latifundismo rampante, hambre endémica y una población jornalera sumida en la miseria. Las promesas de reforma agraria de la recién instaurada Segunda República (1931) habían generado grandes expectativas entre el campesinado, pero su lenta implementación y las resistencias de los terratenientes provocaron una profunda decepción y frustración. En este ambiente, las ideas anarcosindicalistas de la CNT y la FAI, que propugnaban la acción directa y la revolución social para establecer el comunismo libertario, calaron hondo. En enero de 1933, la FAI convocó una insurrección en todo el país.

2. La Chispa y el Levantamiento: La Proclamación del Comunismo Libertario (10-11 de enero)

Siguiendo el llamamiento insurreccional, un grupo de campesinos de Casas Viejas afiliados a la CNT decidió pasar a la acción en la noche del 10 al 11 de enero. Proclamaron el comunismo libertario, cortaron las líneas telefónicas y rodearon el pequeño cuartel de la Guardia Civil. Durante el asedio, se produjo un tiroteo en el que resultaron heridos dos guardias civiles, el sargento Manuel García Álvarez y el guardia Román García Chueca, quienes fallecerían posteriormente a causa de sus heridas.

3. La Brutal Represión: Asaltos, Asesinatos y la Quema de la Choza (11-12 de enero)

La respuesta del gobierno republicano fue contundente. Se enviaron refuerzos de la Guardia de Asalto desde Cádiz, al mando del capitán Manuel Rojas Feijenspan, con órdenes de sofocar la revuelta expeditivamente. La situación se centró en la humilde choza de «Seisdedos», donde se habían refugiado varios de los insurrectos junto con miembros de su familia. El capitán Rojas ordenó abrir fuego «sin piedad» y, ante la resistencia, mandó incendiar la choza. Ocho personas que se encontraban en su interior perecieron quemadas o fueron abatidas a tiros al intentar escapar, entre ellas el propio «Seisdedos», su nuera Josefa Franco, sus nietos Francisco y Pedro Cruz, y otros campesinos como Manuel Lago, Manuel Quijada, Josefa Casa y Juan Cabezas.

La represión no terminó ahí. En las horas siguientes, las fuerzas de la Guardia Civil y de Asalto, siguiendo las órdenes del capitán Rojas, llevaron a cabo una serie de ejecuciones extrajudiciales. Doce campesinos (algunas fuentes elevan la cifra a catorce) fueron detenidos en sus casas o en los alrededores, conducidos maniatados hasta las cenizas de la choza de «Seisdedos» y asesinados a sangre fría. Entre ellos se encontraban Juan Silva González «Zorrito», Cristóbal Fernández Expósito y Fernando Lago Gutiérrez «Casares». También fue asesinado el anciano Antonio Barberán Castellar, de setenta y cuatro años, al cerrar la puerta de su casa cuando los guardias lo llamaban. El balance final de víctimas fue de entre 22 y 28 campesinos y anarquistas muertos, además de los dos guardias civiles y un guardia de asalto.

4. Impacto Nacional: Debates Parlamentarios, el Gobierno de Azaña y Clamor Público

Los Sucesos de Casas Viejas provocaron una enorme conmoción en toda España. Inicialmente, el gobierno intentó minimizar los hechos y ofreció versiones contradictorias. Sin embargo, la presión de la prensa, especialmente de periodistas como Ramón J. Sender, y la actuación de una comisión parlamentaria extraoficial sacaron a la luz la magnitud de la masacre.

Se produjeron intensos y prolongados debates parlamentarios (hasta 15 sesiones entre febrero y marzo de 1933). Manuel Azaña, inicialmente, defendió la actuación de las fuerzas del orden, llegando a afirmar en las Cortes que «en Casas Viejas no ha ocurrido sino lo que tenía que ocurrir». No obstante, a medida que se conocían los detalles de la represión, su postura se volvió más compleja, expresando finalmente su consternación por la «monstruosidad» de lo ocurrido.

Surgieron acusaciones de que desde el gobierno se habían dado órdenes de actuar con extrema dureza, resumidas en la tristemente célebre frase atribuida a Azaña o a altos mandos bajo su autoridad: «Ni heridos ni prisioneros. Tiros a la barriga». Aunque las comisiones de investigación no encontraron pruebas concluyentes de una orden directa del gobierno para los fusilamientos, el escándalo político fue mayúsculo. La credibilidad del gobierno de Azaña quedó herida de muerte, contribuyendo decisivamente a su dimisión en septiembre de 1933 y a la victoria de las derechas en las elecciones de noviembre de ese mismo año.

5. Juicios, Investigaciones y la Búsqueda de Justicia

Tras los sucesos, se abrieron investigaciones parlamentarias y judiciales. Una comisión parlamentaria oficial, aunque concluyó que no había pruebas de órdenes directas del gobierno para la «razzia», sí constató la brutalidad de la represión.

El capitán Rojas fue juzgado en mayo de 1934 y condenado inicialmente a 98 años de prisión por 14 asesinatos, pena que luego fue reducida a 21 años. Sin embargo, tras un segundo juicio ordenado por el Tribunal Supremo en 1935, su condena se rebajó a tan solo tres años por homicidio, al considerar que había obedecido órdenes superiores aunque extralimitándose en su cumplimiento. Fue puesto en libertad en marzo de 1936. Por otro lado, en julio de 1934, 26 campesinos de Casas Viejas fueron juzgados por su participación en la revuelta; diez fueron absueltos y el resto recibió diversas penas de prisión. La percepción generalizada fue que la justicia no había sido equitativa y que los principales responsables de la masacre no habían rendido cuentas plenamente, lo que alimentó el sentimiento de agravio y la dificultad para cerrar las heridas.

6. Historiografía y Memoria: Las Obras de Jerome Mintz y Otros

La tragedia de Casas Viejas atrajo la atención de cronistas e investigadores desde el primer momento. Las crónicas periodísticas de Ramón J. Sender en «La Libertad», recogidas en su libro «Viaje a la aldea del crimen» (1933), ofrecieron un testimonio temprano e impactante de los hechos y de la miseria del campo andaluz.

Décadas más tarde, el estudio antropológico del estadounidense Jerome R. Mintz, «Los anarquistas de Casas Viejas» (publicado originalmente en inglés en 1982 y en español en 2006), se convirtió en una obra de referencia fundamental, ofreciendo un análisis profundo de las vidas de los campesinos andaluces y del contexto social y cultural que condujo a los sucesos.

En la actualidad, la memoria de los Sucesos de Casas Viejas se mantiene viva gracias al trabajo de historiadores locales como Salustiano Gutiérrez Baena, y a iniciativas como la Fundación Casas Viejas 1933 y el Espacio Conmemorativo Casas Viejas 1933, que buscan preservar el recuerdo, honrar a las víctimas y promover la investigación y divulgación de este crucial episodio histórico.

También me gustaria mencionar el podcast de Onda Cero: Casas Viejas, 90 años después. Dirigido por Jorge Abad y narrado por Carlos Alsina.

La Dictadura Franquista: Años de Silencio y Represión (1939-1975)

Con el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, Casas Viejas quedó rápidamente en la denominada «zona nacional», controlada por las fuerzas sublevadas. Aunque no fue escenario de grandes batallas, la sombra de los Sucesos de 1933 y la significación anarquista de la aldea la convirtieron en objetivo de la represión franquista. Figuras emblemáticas como María Silva Cruz «La Libertaria», que había logrado escapar de la masacre de la choza de su abuelo, fue detenida y asesinada por los franquistas en agosto de 1936 en la Laguna de La Janda, junto a otros muchos republicanos y anarquistas. Su cuerpo, como el de tantos otros, yace todavía en alguna fosa común sin localizar. Otros vecinos de Casas Viejas, como Antonio Lino Reyes, José Jordán Casas y José Durán Fernández, acabaron deportados y asesinados en el campo de concentración nazi de Mauthausen.

Durante los cuarenta años de dictadura franquista, se impuso un férreo silencio oficial sobre los Sucesos de Casas Viejas y sobre cualquier forma de disidencia política o memoria republicana. El miedo y la represión silenciaron las voces de los supervivientes y sus familias, aunque el recuerdo de la tragedia se transmitió de forma privada, a menudo en susurros, de generación en generación. Testimonios recogidos décadas después revelan cómo el trauma persistió en la comunidad, con familias enteras marcadas por la pérdida y el temor a hablar.

Hacia un Nuevo Amanecer: La Transición Democrática y la Autonomía Local

La muerte del dictador Francisco Franco en 1975 y el inicio de la transición a la democracia en España abrieron un nuevo período de libertades que permitió, paulatinamente, la recuperación de la memoria histórica y la posibilidad de que comunidades como Benalup-Casas Viejas reafirmaran su identidad y autogobierno.

Un hito fundamental en la historia contemporánea de la localidad fue su segregación del municipio de Medina Sidonia, del que había dependido administrativamente durante siglos. El 20 de marzo de 1991, Benalup (entonces conocida como Benalup de Sidonia) se constituyó como municipio independiente, un logro largamente anhelado que le otorgó plena autonomía local. Este paso fue crucial para que la comunidad pudiera tomar las riendas de su propio desarrollo y gestionar sus recursos.

Otro momento de gran carga simbólica fue el cambio oficial de nombre del municipio. Mediante un decreto de la Junta de Andalucía del 18 de mayo de 1999, publicado en el Boletín Oficial del Estado el 23 de junio de 1999, el municipio pasó a denominarse oficialmente Benalup-Casas Viejas. Esta decisión respondió a un «sentir generalizado de la población» y tuvo una doble motivación: por un lado, reconocer la profunda resonancia histórica del topónimo «Casas Viejas», ligado indisolublemente a los Sucesos de 1933, que habían dado al pueblo una trágica pero innegable proyección nacional e incluso internacional; por otro lado, mantener «Benalup», que remitía a raíces históricas más antiguas, probablemente de origen andalusí. La unión de ambos nombres en la denominación oficial simboliza la voluntad de la comunidad de abrazar todas las facetas de su compleja herencia, sin renunciar ni a su pasado más remoto ni a los episodios más dolorosos pero definitorios de su identidad contemporánea. Estos actos de afirmación de la autonomía y de la identidad histórica fueron acompañados por el desarrollo de instituciones democráticas locales y una vida política propia, reflejada en los procesos electorales.

La economía actual de Benalup-Casas Viejas se caracteriza por una combinación de actividades. La agricultura sigue teniendo un peso importante, con cultivos de secano como el trigo y extensiones de regadío. El turismo, impulsado por su patrimonio natural e histórico, es un sector en crecimiento. No obstante, una parte significativa de la población activa sigue dependiendo del sector de la construcción, desplazándose a menudo a trabajar a la costa. Esta dependencia plantea desafíos en términos de diversificación económica y vulnerabilidad a las fluctuaciones del sector de la construcción, siendo necesario fomentar un desarrollo endógeno y mejorar la cualificación de la mano de obra.

Desde el punto de vista demográfico, el municipio cuenta con una población que ronda los 7.200 habitantes. Aunque las tendencias generales en España apuntan a un envejecimiento poblacional, datos recientes para Benalup-Casas Viejas indican una ligera variación positiva en la última década.

La historia de Benalup-Casas Viejas es un testimonio de resiliencia. Desde los artistas prehistóricos que plasmaron su mundo en las cuevas, pasando por las diversas culturas que se asentaron en su fértil territorio, hasta los jornaleros que clamaron por tierra y libertad en uno de los episodios más convulsos de la historia de España, la identidad del municipio está profundamente marcada por estas vivencias. El paisaje de Benalup-Casas Viejas es un manuscrito donde cada época ha dejado su huella, desde los dólmenes milenarios hasta los lugares de memoria del siglo XX.

Bibliografía:

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